La identidad entre los petroglifos prehistóricos y las marcas de cantería medievales

Louis Charpentier escribe en su libro sobre los orígenes del Camino de Santiago que «en la semejanza de los petroglifos gallegos y los signos lapidarios de los constructores reside el mayor misterio del Camino y, posiblemente, la solución a los numerosos enigmas que éste dibuja». Efectivamente, de las ruedas solares prehistóricas al crismón medieval, símbolo por excelencia de los gremios de constructores nos encontramos con la pervivencia de ciertas figuras, como el círculo y la cruz inscrita, cuyos principios constitutivos tienen mucho que ver con la geometría y su aplicación en astronomía para el cómputo del tiempo que con el tiempo se convirtieron en las bases de la ciencia de la construcción. Todos estos conocimientos de carácter empírico, conformaron las bases de los primeros modelos científicos que permitieron anticipar acontecimientos temporales y fueron preservados y transmitidos por los sacerdotes egipcios a los sabios del mundo greco-romano y de éstos a los constructores medievales. Curiosamente, las marcas de cantería medievales reproducen los mismos esquemas que formaron parte de las preocupaciones del ser humano desde tiempos inmemoriales, cuando el hecho de labrar la piedra era algo más que un oficio y se convertía en un acto trascendente, en un mensaje destinado a ser recordado mucho más allá de la vida de su autor. 

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Las marcas de cantería en el contexto de la arquitectura medieval: el alfabeto de un argot canteril

A falta de concluir las investigaciones sobre las marcas de cantería en forma de ballesta de la basílica de San Isidoro de León y la catedral de Santiago de Compostela aprovechamos para avanzar algunos de los resultados en los que estamos trabajando y que fueron presentados en la ponencia impartida en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Por su misma constitución geométrica un grupo de marcas de cantería, minoritario pero no por ello menos importante, nos aporta información sobre los métodos de trazado empleados por los diversos grados de canteros. Desde este punto de vista, este conjunto de signos podría considerarse un lenguaje formado por combinaciones de segmentos, ángulos, polígonos y juegos de proporciones. Como escribe Álvaro Rendón en relación a este conjunto de signos grabados en las construcciones medievales, se trata de un lenguaje que «debía cumplir una doble finalidad. Por un lado comunicar órdenes de trabajo y por otra simbólica, que servían para elevar el significado de la faena a emprender, contribuyendo a perfeccionarse como persona. (…) Se trataría por tanto de un conocimiento recibido durante una iniciación o captado por similitud con las cosas que observaban de la naturaleza: el sol, los astros, los granos de arena… El trabajo del cantero medieval le permitía mimetizarse con la piedra que labraba para intuir la fuerza que debía aplicar al mazo y levantar la lasca precisa.» 

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Marcas de cantería y geometría

Durante los últimos años el análisis geométrico de las marcas de cantero se ha convertido en una de nuestras tareas principales. La importancia del conocimiento de la geometría para los artesanos y constructores medievales es bien conocida. Sirva como muestra el siguiente fragmento extraído del cuaderno de viajes de un maestro cantero inglés que vivió durante el siglo XIV.

No te extrañes si te digo que toda ciencia vive entera de la ciencia de la geometría. Porque no hay ni artificio ni herramienta que esté hecho por la mano del hombre sino que todos están hechos por geometría. Porque si un hombre trabaja con sus manos trabaja con algún tipo de herramienta y no hay ningún instrumento material en este mundo que no provenga de algún tipo de tierra y a la tierra volverá otra vez. Y no hay ningún instrumento, esto es, una herramienta para trabajar que no tenga alguna proporción más o menos. Y la proporción es medida, y la herramienta o instrumento es tierra. Y la geometría, se dice, es la medida de la tierra, por tanto puedo afirmar que todos los hombres viven por geometría.

Aunque los errores de lógica en el razonamiento son evidentes, podemos desprender del fragmento que la geometría no era tan sólo una dimensión importante en la vida del maestro cantero, si no mas bien el eje principal que guiaba su forma de percibir y entender el mundo.

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Las marcas de cantería en forma de ballesta de San Miguel de la Escalada

La iglesia mozárabe de San Miguel de la Escalada fue construida por monjes cordobeses procedentes de Al-Andalus bajo la dirección el abad Adefonso. Partieron de los restos de un templo visigótico del siglo VII, totalmente en ruinas, dedicado a San Miguel Arcángel. La iglesia se consagró el 20 de noviembre del año 913, según sabemos por una lápida que recogió Risco hoy desaparecida. A mediados del siglo XI se construyó un pórtico con trece columnas que soportan doce arcos de herradura. En el siglo XI se añadió el cuerpo románico, que está formado por una torre y una capilla-panteón, y «en este edificio adjunto es donde se han hallado todos los signos lapidarios existentes, no habiéndose encontrado en ningún caso en la construcción mozárabe. Destacan en el conjunto unas marcas de cantería en forma de ballestas cuyas proporciones merecen atención por las correspondencias que se observan con la disposición en planta de la primitiva iglesia.

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La geometría oculta de algunas marcas de cantería

La costumbre de grabar signos en la piedra es tan antigua como la civilización humana, incluso mucho anterior a la aparición de las primeras lenguas escritas. Desde la más remota antigüedad el ser humano ha desarrollado diversos sistemas de signos para indicar su identidad étnica, familiar o social y para consignar la autoría de las manufacturas. Entre los siglos XI y XIII se produjo un extraordinario auge de la construcción. En apenas cien años, sólo en Francia, se llegó a acarrear más piedra que en cualquiera de los periodos de la historia del Egipto antiguo. Tal fervor constructivo propició el desarrollo de una promoción de artesanos y maestros que trajo consigo una especialización del trabajo que culminaría en un nuevo estilo arquitectónico: el gótico. Los gremios de constructores y artesanos de la piedra gozaban de un estatus muy superior al de otros oficios y tenían privilegios jurídicos y económicos que eran otorgados por los monarcas y las autoridades locales. El maestro de obras no sólo debía saber de mecánica e ingeniería, sino también estar formado en geometría; una especialización que conllevó una mayor consideración social y el desarrollo de nuevas técnicas constructivas que culminaron con las soluciones que fueron aplicadas en la arquitectura gótica.

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Clasificación de las marcas de cantería

Cuando el investigador se acerca por primera vez a los signos lapidarios cree descubrir en ellos un lenguaje nuevo, contenedor de mensajes esotéricos. Si alguna vez en la Historia de las marcas esto fue así, no tendríamos la menor probabilidad de descifrarlos porque las claves se perdieron hace siglos, y aunque así fuese, ¿cómo podríamos tener la certeza de haber dado con el mensaje correcto? La salida que nos queda es la de especular sobre los poquísimos datos contrastados que tenemos, adoptar una actitud más creativa e intuitiva en su interpretación y trasladar nuestra mentalidad moderna a la del cantero medieval. Esta propuesta es difícil y, a la vez, arriesgada porque podría llevarnos a soluciones desconcertantes y sin valor. Necesitamos, por tanto, establecer límites a nuestra imaginación y dejar acotadas ciertas reglas básicas. Uno de estos límites sería consensuar una clasificación que funcione en el mayor número de niveles de lectura. Pero, ¿cuáles serían esos niveles de lectura? Parece obvio que sea la morfología de la marca la que nos llegue antes. Después, a otro nivel, la misma forma sugiere un parecido con algo conocido: natural o abstracto. Por último, el significado de la forma evoca significantes de tipo simbólico. Tres serían pues los niveles de lectura: formal, significativo o representativo y figurado o simbólico.

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El análisis geométrico de las marcas de cantería

El estudio de las marcas es reciente, debido a que la mayoría de los edificios medievales se encalaban una vez construidos, por lo que las marcas de cantería quedaron tapadas por una buena capa de pintura. Las marcas interesan a partir de la primera mitad el siglo XIX, con los primeros estudios sobre Arquitectura Románica y Gótica. El primer interesado fue Mr. Lyon que descubrió en el Minute Book de la Logia de Edimburgo la relación de las marcas que aparecían grabadas en algunos sillares con los canteros. Le llamó la atención el abundante número de figuras geométricas (ángulos, curvas, círculos…); un segundo grupo lo integraban números y letras; y, un tercer apartado, para los símbolos universales como el pentalfa de Pitágoras, los sellos de David y de Salomón, estrellas de seis puntas, esvástica, vesícula piscis, etc. Godwin en 1841 informaba a la Society of Antiquaries mediante una nota en la revistaArcheologia sobre la existencias de esas marcas en Inglaterra y el Sessional Papers nº 9(1868-1869) del Royal Institute of British Architects incluye ejemplos de marcas. Victor Didron en Signes lapidaires du Moyen Age, Annales Archeologiques, vol. III, 1845 y Viollet-le-Duc en Dictionnaire raisonné de l'architecture française du XIe au XV Ie siècle (1854-68) catalogaban como firmas de canteros «aquellas signaturas personales de canteros, aparejadores y maestros de obra que sirven para señalar el trabajo realizado y determinar así el estipendio que debían recibir». Es la hipótesis más aceptada y la que ha creado una opinión generalizada de que se tratan de marcas de propiedad, utilizadas por las agrupaciones de oficios artesanos como método de contabilidad. Ocupan determinadas posiciones y orientan el albañil para colocar la piedra la posición indicada por el maestro. Por deducción, también permitían identificar las logias, gremios y talleres en la Edad Media.

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Conclusiones sobre el análisis geométrico de las marcas de cantería

Validar el método seguido por el cantero para marcar los sillares nos brindará la oportunidad de proponer algunas hipótesis sobre la funcionalidad de las mismas. Puesto que las formas utilizadas son esquemáticas, con una estructura geométrica que respeta un modelo básico de red (triangular, cuadrangular o circular), el método más apropiado para este análisis previo debe ser necesariamente geométrico. Una de las conclusiones que se desprenden del análisis de más de trescientas marcas grabadas en los edificios sacros levantados entre los siglos XIII y XVII; siguiendo estilos que van desde el románico al pre-gótico, gótico y proto–gótico, durante una etapa en que la Cristiandad levantaba las más monumentales iglesias y catedrales de su historia con los rasgos comunes de su factura por procedimientos lapidarios (grabados o rayados con un cincel fino o puntero), es que debió existir una directriz que ordenaba tanto las formas como la ubicación de las marcas y que hubo muy pocos canteros de los llamados libres, no sujetos a la disciplina de una Cofradía o Hermandad, que no conocieran las señales de aquéllas. Una de las conclusiones que se desprenden del análisis de más de trescientas marcas grabadas en los edificios sacros levantados entre los siglos XIII y XVII; siguiendo estilos que van desde el románico al pre-gótico, gótico y proto–gótico, durante una etapa en que la Cristiandad levantaba las más monumentales iglesias y catedrales de su historia con los rasgos comunes de su factura por procedimientos lapidarios (grabados o rayados con un cincel fino o puntero), es que debió existir una directriz que ordenaba tanto las formas como la ubicación de las marcas y que hubo muy pocos canteros de los llamados libres, no sujetos a la disciplina de una Cofradía o Hermandad, que no conocieran las señales de aquéllas.

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Análisis geométrico de los signos lapidarios: los tres modelos de red

Para los Maestros venidos del mar, los supervivientes de la primera Humanidad destruida, la sabiduría constaba de un Principio Creador inmutable del que procedían tres Leyes fundamentales que actuaban en todos los planos del Universo. Con el tiempo la clave se perdió. De aquel mensaje transmitido bajo formas metalingüísticas sólo quedó el soporte estéril de unos símbolos que confundían o eran utilizados por otras disciplinas interpretativas, como la Alquimia, la Gnosis o la Cábala. El Saber, definitivamente, quedó relegado. La sociedad primó el tecnicismo estéril, y el ser humano se dejó conducir por la lógica y la razón materialista. Las viejas fórmulas de aprehensión del conocimiento directo, la capacidad de leer entre líneas o de extractar contenidos por simple observación, dejaron de ser útiles, no servían para leer planos, fabricar piezas de complicados engranajes, levantar estructuras de acero o comprender la aerodinámica, por ejemplo. Esta experiencia sensible, educada a leer estructuras geométricas inmateriales y abstractas, es la única capacitada para leer mensajes codificados con algún tipo de Geometría vital, que aplicaron a lo largo y ancho de los templos de una determinada época. Esta Geometría vital, como procedimiento de control de la forma y las medidas, es el principio del orden que impera en el templo. A través de ella, la clave puede rescatarse y el mensaje oculto, al fin, leído.

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