¿Cómo reconocer una marca de cantero?

No todo lo grabado sobre sillares es una marca de cantero; a veces, ni llega a la categoría de signo epigráfico. En ocasiones nos hallamos ante un burdo acto vandálico consistente en dejar nuestra impronta rayada sobre la piedra blanda, por la simpleza de violentar el silencio de un paramento inmaculado con un objeto puntiagudo, la punta de un grafito, rotulador; o mancharla con pintura, tiza o yeso. Parece que sintamos envidia que el muro haya resistido el paso del tiempo y lo mancillamos, faltándole el respeto que merece. A menudo, el visitante o turista desea perpetuarse, grabando el anagrama con su nombre y una fecha de visita, registro de su acto más atroz. Estos actos, desgraciadamente, no se dan sólo en nuestra época de locura. Hubo otros tiempos (finales del XVIII y todo el XIX) donde la gente viajaba y marcaba los edificios como quien tacha el número de la estampita que colecciona. Nada hay más estúpido y borreguil que leer sobre una pared de yeso: "Aquí estuvo MNA 12-8-70", como si hubiera alguien en el universo que le importara siquiera su existencia. Estas marcas son reconocibles, pero hay otras que nos pueden llevar a error. Conocer las evidencias que nos ayuden a diferenciarlas es básico para el cazador de signos y marcas de cantero que busca ese dato relevante para seguir su investigación.