Como su nombre indica, las marcas de cantería son los signos grabados con cincel, buril o puntero en las piezas regularizadas que se empleaban para la construcción en la antigüedad. Aparecen por primera vez en los templos y monumentos egipcios y los palacios cretenses (2000 a.C.). Los constructores griegos y romanos practicaron en mayor o menor medida dicha costumbre, que se perdió tras la caída del Imperio Romano debido a que prácticamente se dejó de construir en piedra, con la excepción de algunos núcleos aislados1. Hasta el siglo XI no se recuperaron las técnicas de construcción basadas en el aparejo de sillería romano y, asociada a éstas, la tradición de marcar los bloques con una variedad sorprendente de signos y todo tipo de figuras geométricas.

El crecimiento demográfico y la expansión económica que se produjeron entre los siglos XI y XIII en el continente europeo propiciaron un auge extraordinario de la construcción. Entre 1140 y 1240, solo en Francia, se llegó a acarrear tanta piedra como en cualquiera de los periodos de la historia del antiguo Egipto. Por otro lado, las mejoras introducidas en las herramientas y la creación de artilugios mecánicos capaces de levantar grandes bloques de piedra impulsaron la construcción como hacia siglos que no se veía, dando origen al estilo románico, un estilo arquitectónico que evolucionaría hasta culminar en la época de las grandes catedrales góticas2.

las marcas de cantería suponen una fuente de información de primer orden para conocer la historia de los edificios, de las personas que los levantaron y de los talleres que operaron en cada época. Caben dos aproximaciones generales a su estudio, que son las metodologías que se han venido aplicando en los últimos años. La primera de ellas se ocupa de su recuento y localización para estudiar la génesis y evolución de los edificios.

Las diferentes propuestas surgidas desde que a finales del siglo XIX comenzaran los estudios gliptográficos que tratan de explicar qué son las marcas de cantería están siendo objeto de una profunda revisión. Según la teoría más difundida, los canteros con sus marcas sobre la piedra señalaban las piezas que tallaban para cobrar el salario. Aunque esto pudiera haber sido cierto en muchos casos, es una teoría que supone una simplificación en exceso de un fenómeno que se manifiesta de muy diversas formas, como lo demuestra el hecho que en los últimos años se han ido incorporando a su estudio otro tipo de consideraciones más técnicas.

Para Bianchi, buen conocedor de esta problemática de estos estudios, las marcas de cantería, además de indicar la autoría y la propiedad de las piezas talladas, individual o colectiva, son parte del argot que era empleado para organizar el trabajo a pie de obra; un lenguaje especializado del que se desprenden interesantes conclusiones sobre la evolución de los trabajos desde que los bloques de piedra eran extraídos en la cantera hasta que, después de haber sido convenientemente desbastados y regularizados, las piezas talladas eran colocadas en su lugar en los muros.

En los últimos años se han llevado a cabo sistemáticos trabajos que han demostrado el valor de las marcas de cantería como una fuente de información arqueológica que permite distinguir las diferentes fases constructivas, sobre todo en las construcciones en las que se trabajaba a destajo, revelando aspectos relacionados con la organización del trabajo a pie de obra. La densidad y frecuencia en la que aparecen indican si la presencia de un tipo es uniforme en todas las dependencias o varía en algunas de ellas, ayudándonos a distinguir las diferentes modificaciones estructurales que se han ido realizando a lo largo del tiempo. Desde este punto de vista se puede considerar a la gliptografía como una ciencia auxiliar de la arqueología medieval.

Mr. Lyon, apoyándose en el Minute Book de la Logia de Edimburgo y George Godwin, editor del Builder, basándose en estudios personales de marcas encontradas en iglesias de Inglaterra, afirman que:

«Existe una gran variedad de signos, que pueden inscribirse en tres grupos; el primero el más habitual y variado, constituido por figuras geométricas, ángulos, curvas, círculos, etc., pertenecientes a los constructores que colocaban las piedras, un segundo formado por caracteres alfabéticos, letras sencillas o dobles (las iniciales de los nombres de los que trabajaron esa piedra), y un tercero, con significado simbólico o religioso, formado por símbolos como el pentalfa de Pitágoras, el sello de David o de Salomón (dos triángulos superpuestos, la estrella de seis puntas, un talismán de gran eficacia), la esvástica o cruz budista y el Vesica Piscis o símbolo de Jesús de los cristianos antiguos.»

Godwin en 1841 informaba a la Society of Antiquaries mediante una nota en la revista Archeologia sobre la existencias de esas marcas en Inglaterra y el Sessional Papers nº 9 (1868-1869) del Royal Institute of British Architects incluye ejemplos de marcas3.

Victor Didron en Signes lapidaires du Moyen Age, Annales Archeologiques, vol. III, 1845 y Viollet-le-Duc en Dictionnaire raisonné de l'architecture française du XIe au XVIe siècle (1854-68) las catalogaban como firmas de canteros:

«Las marcas de cantero son signos lapidarios pertenecientes a la categoría de signaturas personales de los canteros, aparejadores y Maestros de Obra, que en muchos casos servían para señalar el trabajo realizado por cada uno, para así determinar el estipendio correspondiente.»

Marca de cantería romana sobre red cuadragularFrank Rziha en su Études sur les marques de tailleurs de pierre (Viena 1880, traducción francesa de 1993), basado en su estudio sobre una muestra de 10000 marcas de cantería, afirma que las cuatro Grandes Logias de la antigua Bauhütte del Sacro Imperio germánico, Estrasburgo, Colonia, Viena y Berna, utilizaban marcas diseñadas según las llamadas redes elementales, (triangular, cuadrática, trilobulada y polilobulada) que permitían identificar la logia a la que pertenecía cada Maestro.4

  • Son el alfabeto de un lenguaje mágico y esotérico ... caldeo.
  • Son marcas hechas por los canteros para el ajuste y asiento de los sillares.
  • Son las firmas y signaturas de cada cual, para facilitar la posterior liquidación y cobro del trabajo.
  • Son marcas personales de cada cantero referentes a su nombre (en forma de inicial o monograma), a sus creencias o devociones (un objeto simbólico o alegórico), a su estado social o profesión pasada o presente (un signo de esclavitud o un útil) o la época en la que se labró la obra (un signo astrológico, etc.)
  • Podrían ser, en algunas ocasiones, conjunta o independientemente de algunas de las anteriores significaciones, una signatura del donante de un sillar, de una columna, de una bóveda, etc.

En su Compendio de Arqueología de la Edad Media (1923), J.A. Brutails indica:

«Desde la remota antigüedad y en gran parte de la Edad Media los canteros señalaban con frecuencia los bloques de piedra con marcas de fácil diseño y sencillas en general» « (…) Esos signos del aparejo indicaban a veces la forma y orden en que debían ser colocados los bloques.»

Actualmente, la hipótesis más aceptada es la expuesta por Victor Didron y la opinión más generalizada es que se trata de marcas de propiedad y autoría, utilizadas por las agrupaciones de oficios artesanos para contabilizar el número de piezas trabajadas por cada cantero y de esta forma cobrar por la cantidad de piedras labradas, marcas de posición y ensamblado para que el albañil las colocara en una posición determinada y signos que permitían identificar las logias, gremios y talleres en la Edad Media.

En esa época, las logias de canteros asignaban su marca a cada aprendiz que alcanzaba el grado de maestro, este y sus descendientes las personalizaban mediante pequeñas modificaciones en su diseño comprometiéndose a utilizarla en todos sus trabajos. En general se considera que indican la procedencia de la piedra (cantera), indicaciones de posición de los sillares, un trabajo realizado, o  son la firma o el sello de un cantero o logia.

 


[1] «La vía técnica estaría representada por una tradición en el corte de la piedra sillar nunca perdida desde tiempos romanos, que, aunque deformada, habría permanecido ligada a ciertas construcciones prerrománicas y permanentemente arraigada en determinadas zonas durante el alto medioevo. Que esta actividad alcanzó una cierta importancia nos lo corrobora una bula del Papa Bonifacio IV, fechada en el año 614, en virtud de la cual se concedía a los canteros libertad de movimiento, liberándolos de cualquier restricción local. Y otros datos dispersos, en concreto, sobre los canteros galos, quienes eran llamados, hacia el año 685, a trabajar a la localidad inglesa de Jarrow, a causa de su merecida fama; u otra noticia, datada en el siglo X, que nos revela que los mencionados canteros franceses tallaban la piedra more antiquorum. Por otra parte, sobre el particular, cabe reseñar ciertos términos utilizados por los cronistas de la época que aluden al origen antiguo de este tipo de fábrica, como mos quadratus, lapides quadrati o mos romanus.» José Antonio Martínez Prades, La Gliptografía en la Arquitectura Medieval. Visión General y Estudios en España, pp. 60-64. Revista Chilena de Estudios Medievales, Número 3, enero-junio 2013, 57-88 ISSN 0719-221, 2013 Centro de Estudios Medievales, Universidad Gabriela Mistral.

[2] Jean Gimpel, “La revolución industrial en la Edad Media”, Madrid, 1982, p. 31.

[3]  Godwin, Fellow, George (1868-69). Transactions, Royal Institute of British Architects. ed. Something About Mason's Marks in Various Countries. pp. 135-144.

[4]  Godwin, George (1844). Certain Marks Discoverable on the Stones of Various Buildings Erected in the Middle Ages, Archaeologia vol. XXX. pp. 113-120. «Historia/Marcas de canteros desde Gould’s History» (en íngles). Consultado el 30-09-2012.

[5]Frank Rziha (Viena 1880). «Redes fundamentales» (en fr)Études sur les marques de tailleurs de pierre. Consultado el 30-07-2012.