Es un efecto luminoso de una gran belleza, que nos hace pensar que estas estructuras medievales aún ocultan muchos secretos . Algunos de ellos, como el efecto de luz que se produce cada año en la catedral balear, son el mejor testimonio de la vinculación de las catedrales góticas y la disposición de las entradas de luz en el recinto sagrado con acontecimientos astronómicos señalados como los equinoccios o los solsticios. 

   

La catedral vistas desde poniente en el momento en que el Sol atraviesa la nave mayor y detalle del rosetón iluminado.

 

Proyección del rosetón meridional en la pared oriental de la nave mayor.

Las jornadas que La Sociedad Balear de Matemáticas ha convocado para este fin de semana del solsticio de invierno para poder disfrutar de la alineación han sido un éxito. Decenas de personas se han reunido para asistir desde el Baluard de Sant Pere al nacimiento del Sol en este día astronómicamente tan significativo.

Según Josep Lluís Pol, presidente de la Societat Balear de Matemàtiques:

Comenzamos hace tres años con la explicación de estos dos efectos de luz y fue, a partir de ahí, cuando a Daniel Ruiz –vicepresidente de la SBM-Xeix– se le ocurrió la idea de mirar el fenómeno desde el exterior durante los días del solsticio de invierno. Buscamos el mirador idóneo y encontramos que era el Baluard de Sant Pere porque en este lugar se crea un cilindro de luz que cuando te alineas perfectamente con él puedes ver como el rosetón se ilumina desde fuera.

Lo más probable, según el mismo Josep Lluis, es que hubiera gente que conociera y hubiera visto este efecto, pero hasta ahora no estaba constatado.

 

La cuestión de la orientación

En el caso de la catedral de Mallorca llama la atención su acentuada inclinación en dirección Sur-Este. Pocas iglesias y catedrales se encuentran orientadas así. Sin embargo, ahora sabemos algo más sobre tan peculiar disposición, determinada para indicar el nacimiento del Sol en el solsticio de invierno. Como se puede apreciar en la proyección solar del TPE, el día 22 de diciembre a las 8:26 de la mañana, cuando el Sol asoma por el horizonte balear y apenas su altura es de 2,6º, la orientación de la catedral permite que el enorme rosetón situado a levante recoja los primeros rayos solares de forma que éstos se proyecten atravesando el eje longitudinal de la nave mayor. 

Orientación de la catedral y efemérides solar del 22 de diciembre.

Como nos recuerda Carlos Sánchez Montaña, "el simbolismo de las puertas solsticiales, presente en la tradición griega donde estaba relacionado con la letra γ, en la tradición latina se vincula al dios Jano, el bifronte, uno de los dioses más antiguos del panteón romano, cuyas leyendas se refieren a la fundación de las ciudades. El solsticio de invierno (Janua coeli) y el solsticio de invierno (Janua inferni) se corresponden a su vez con los Misterios Mayores y los Misterios Menores respectivamente, pues Jano era también el dios de la iniciación y por ello presidía las celebraciones de los Collegia Fabrorum romanos en los solsticios. El cristianismo asimiló esta tradición e identificó a Jano con los dos Juanes, el Evangelista y el Bautista, con el solsticio de invierno y el de verano respectivamente."

Para más información: http://eltablerodepiedra.blogspot.com/search?q=Jano+Quirino.

La tradición astronómica en la historia de la arquitectura se remonta a la época de las construcciones megalíticas: corredores de túmulo, círculos de piedra, alineaciones de menhires, etc. Los conocimientos astronómicos de la antigüedad están estrechamente vinculados con las construcciones que sirvieron para realizar el seguimiento del movimiento de los astros en el cielo, en especial de la Luna y Venus. La experiencia acumulada durante milenios gracias a estas observaciones permitió el desarrollo de los primeros sistemas de cómputo que sirvieron para predecir ciertos acontecimientos astronómicos que resultan esenciales para establecer la duración del día, el mes y el año; y regular los ritmos de la vida cotidiana (calendario civil) y los ciclos del trabajo en el campo (calendario agrícola), de vital importancia para determinar los mejores momentos del año para la siembra o la recolección de los cultivos que aseguraban el alimento. 

El eje horizontal Norte-Sur cumple la misma función que el eje vertical cénit-nadir. En el ciclo anual, el eje Norte-Sur se corresponde con el eje solsticial. El eje Este-Oeste en el natural para determinar la salida y ocaso del Sol, por lo que es denominado eje equinoccial. El primero está asociado al orden celeste (astronomía) mientras que el segundo lo está al terrestre (estaciones); por lo que sobre ellos se articulan todas las consideraciones referidas al simbolismo solar del templo. Las orientaciones Norte, Sur, Este y Oeste, cénit y nádir, nacen del centro del mundo, que en el recinto sagrado, dentro de la tradición de la arquitectura sagrada, se corresponde al lugar donde se ubica el altar mayor.

Entre los siglos XI y XIV, en poco más de 250 años, en Francia se construyeron 80 catedrales y más de 500 grandes iglesias. Algo muy similar ocurrió en otros países europeos, como Inglaterra, Alemania o España.Como sucede con los conocimientos relacionados con el simbolismo del número y de las proporciones, la orientación de los templos cristianos también fue uno de los secretos heredado de los antiguos constructores egipcios, griegos y romanos. 

La importancia del número en la tradición de la arquitectura sagrada

El ritual de orientación, indisolublemente unido a su fundación, establece una relación del edificio con el Cosmos, del que pretende ser la viva imagen. La orientación, el trazado de la planta y el alzado, y la disposición de todos y cada uno de los elementos que conforman el edificio eran cuidadosamente establecidos siguiendo rigurosos esquemas geométricos. De esta forma, se incorporaban en sus estructuras, de forma velada, una serie de mensajes y conocimientos que aún hoy en día no dejan de sorprendernos, y cuyo denominador común es de orden matemático, pues son edificios construidos en la creencia de que los números, como razón y esencia de la misma estructura del universo, y las figuras geométricas asociadas a ellos, son el lenguaje que mejor sirve para describir la Naturaleza, tal y como recoge la doctrina pitagórica.

Tras fenómenos en apariencia tan dispares como la regularidad del movimiento de los astros en el cielo, la disposición en espiral de las conchas de los caracoles, el crecimiento de las plantas, la simetría de los copos de nieve o la frecuencia de una cuerda al vibrar en función de su longitud, existen ciertas estructuras primordiales y relaciones armónicas cuya perfección hizo que fuesen atribuidas a la labor de un demiurgo cósmico.

«Todo lo que la naturaleza ha dispuesto sistemáticamente en el Universo parece haber sido, tanto en sus partes como en el conjunto, determinado y puesto en orden de acuerdo con el Número, por la previsión y el pensamiento de Aquel que creó todas las cosas, el Tiempo, el movimiento de los cielos, los astros y todos los ciclos presentes en la naturaleza». Nicómaco de Gerasa, Introducción a la Aritmética. Tomo I, p. 24.

Para Platón, que recogió estas enseñanzas, el ser humano es un reflejo del «Alma del Mundo», y él mismo es un microcosmos, un universo en miniatura constituido por los mismos elementos que conforman el Cosmos. Esta idea de correspondencia entre el microcosmos y el macrocosmos se encuentra en el origen de la filosofía hermética y, como consecuencia, en el de la concepción de muchos de los templos de la antigüedad, construidos en la creencia de que «lo que hay arriba es como lo que hay abajo».

El maestro de obras, versado tanto en el conocimiento de las ciencias humanas como de las divinas, «fabrica un edificio orgánico a partir de la materia bruta, y en esa realización imita al Creador, llamado, siguiendo a Platón, el Gran Arquitecto del Universo, pues Dios es, ante todo, geómetra»[1]. Ésta es la razón de que tanto en el judaísmo, como en el Islam, el cristianismo y las religiones orientales, la geometría adquiriese una dimensión sagrada, «llegando a investirse de un carácter de misterio trascendente e inmanente»[2]. El arte de la construcción se convierte en una ciencia con un alto contenido filosófico, y el templo en la más compleja de las manifestaciones arquitectónicas, porque trata de dar razón del universo manifestado de la forma más precisa, convirtiéndose en un libro simbólico-religioso, científico-matemático, estético-artístico y técnico-constructivo del que se infieren valiosas enseñanzas.

Como escribe Fulcanelli, "la catedral gótica no debe ser contemplada como una obra únicamente dedicada a la gloria del cristianismo, sino más bien como una vasta concreción de ideas, de tendencias y de fe populares, como un todo perfecto al que podemos acudir sin temor cuando tratamos de conocer el pensamiento de nuestros antepasados, en todos los terrenos: religioso, laico, filosófico o social".

 


 

[1] Hani, Jean, El simbolismo del templo cristiano.

[2] Baigent, Michael; Leigh, Richard, Masones y templarios, MR Ediciones, 2005, p.151.